Cuando Antoni Gaudí reformó la casa del n. 43 del paseo de Gràcia para el industrial Josep Batlló, entre 1904 y 1906, diseñó también el mobiliario. De él, forma parte una “silla costurera”. El arquitecto tomó la tradicional “cadira costurera” catalana –que todavía se produce y se vende- y la rediseñó coherentemente con la decoración de la casa Batlló. El resultado fue una obra maestra. La silla costurera catalana es más baja y más ancha que las sillas normales. Es muy cómoda, para estar sentado durante horas con las piernas estiradas, lo que facilita el trabajo con piezas de ropa grandes sobre las que hay que inclinarse o alargar los brazos. También es ligera y asible para transportarla fácilmente al lugar donde las mujeres formaban un corro para coser o, en el caso de familias adineradas, a la habitación donde se realizaba esta actividad, es decir cuando la señora cosía, si era aficionada a ello, o cuando venía la costurera. Gaudí conservó todas estas características tradicionales de las sillas costureras catalanas, que las hacen útiles, y las maximizó. Su silla costurera no es una versión reducida de las demás sillas de la casa Batlló, sino un diseño específico de silla costurera. Incluso conserva los tres travesaños –elementos infrecuentes en los muebles de Gaudí- entre las patas, con formas fusiformes que recuerdan mucho las tradicionales. Como todos los muebles de Gaudí, es ergonómica, tanto en el respaldo como en el asiento. Y el soporte del respaldo tiene forma de asa, que permite cogerla fácilmente. El material es madera de pino de melis, más ligera que la madera de roble americano del resto de los muebles de la casa Batlló, que no estaba previsto que se movieran frecuentemente de sitio. El respaldo está formado por cuatro piezas acopladas, cuyas vetas de la madera sugieren rombos concéntricos. El asiento y las patas se parecen a los de las demás sillas de la casa Batlló. No tienen aristas; todas han sido redondeadas, como siempre hacía Gaudí. Los diversos elementos están ensamblados sin tornillos o clavos, sólo mediante clavijas de roble o encajes de diversas técnicas tradicionales. La superficie de la madera fue pulida y se le aplicó aceite de linaza, pero no barniz, para resaltar el color y el brillo naturales. El mobiliario de la casa Batlló fue fabricado en serie por Casas & Bardés. No sabemos si la silla costurera fue hecha en estos talleres o fue obra del carpintero de confianza del arquitecto, Joan Munné i Seraní, ya que es un modelo del que no se hicieron copias, bien porque fue un prototipo experimental previo al proyecto de todo el mobiliario, bien porque Gaudí la diseñó entonces o después de manera específica para la señora Batlló o para su costurera. La silla costurera de Gaudí, conservada por los descendientes de Josep Batlló, ha salido a subasta en la sala Balcli’s de Barcelona en julio de 2013. Se observa que, en un momento desconocido, las patas fueron serradas para disminuir su altura.