Sant Miquel d'Escornalbou (Baix Camp) era ya durante el Imperio Romano, en el siglo III, una fortaleza. Lo continuó siendo durante el periodo visigodo y durante el periodo árabe. Fue conquistada por Alfonso I el día de san Miguel de 1.162 y se convirtió durante el feudalismo en cabeza de la baronía de Escornalbou. El nombre procede del latín "cornus bovis" (el cuerno del buey). Se instaló un monasterio agustino y después un convento de franciscanos, los cuales lo tuvieron que abandonar en 1835 con la desamortización de Mendizábal. El Estado español vendió el edificio, un notable conjunto gótico, al vicecónsul inglés a Tarragona, John Bridgman, que convirtió la iglesia en corral y el castillo en casa del pastor. En 1910, Eduard Toda, que entonces vivía en Londres, compró Sant Miquel d'Escornalbou e inició la restauración, para hacer su casa. Una vez iniciadas las obras, pidió asesoramiento a su amigo Anton Gaudí. El problema principal era que se movía un pilar de la sala capitular. El 27 de enero de 1911 escribió una carta al maestro de obras que se encargaba de la rehabilitación, Francesc Ribas, para avisarlo de la visita de Gaudí, con el fin de inspeccionar las obras y aconsejarlo sobre la solución al problema. ¿"Cómo dejasteis la cocina? ¿Que sacasteis los fogones viejos? ¿Qué se sigue moviendo el pilar del Aula Capitular? Porque ahora pronto subirá allí Gaudí desde Barcelona y dice que no quiere que se toque ninguna piedra hasta que él lo vea. ¡Santa Maria la de cosas que encontrará que no hemos hecho bien! Pero ya verá que aquello no es la Sagrada Familia." La carta, publicada por el historiador Jaume Massó i Carballido, es bastante significativa del carácter de Gaudí, de su forma de trabajar y de cómo le veían sus amigos. Eduard Toda cedió Sant Miquel d'Escornalbou en 1926 al Arzobispado de Tarragona. Por eso hay presidiendo el edificio una "T" griega, símbolo de este arzobispado. Actualmente es propiedad de la Generalitat de Catalunya y de la Diputación de Tarragona y se puede visitar.