El 6 de octubre de 2012, festividad de san Bruno, se ha bendecido la imagen de este santo, fundador de la Cartuja, colocada en el ábside de la Sagrada Família. Es obra de la escultora Montserrat García Rius. Gaudí dirigió personalmente la construcción de la pared exterior del ábside. Fue la primera parte de la basílica superior que hizo, una vez terminada la cripta. La acabó hace un siglo, en 1892. El ábside lo forman siete capillas. Las separan seis machones, que Gaudí quiso hacer sobresalir en altura, terminando en una aguja. Cada aguja es la reproducción a escala gigante de la diminuta espiga de una hierba silvestre del solar, que el arquitecto estudió con un juego de lupas. Lo más humilde, lo que la gente pisa y desprecia, es lo que corona el edificio. Gaudí había escrito en 1878 un ensayo sobre ornamentación, tras analizar las catedrales antiguas de todos los estilos. Allí afirmaba que en una gran iglesia “la parte exterior estará en consonancia con el interior” y que “la sintetización de una idea constituye el fondo ornamental”. Y lo aplicó magistralmente al ábside de la Sagrada Família. Litúrgicamente, el ábside rodea el altar, donde se renueva el Nacimiento, la Pasión y la Resurrección de Jesús, el cual se queda en la eucaristía como alimento. Por eso, tiene debajo la clave de bóveda de la Cripta: la Encarnación, con la que nace la Iglesia de las entrañas de la tierra. Sus pináculos más altos son espigas que se levantan triunfantes. Según Gaudí, simbolizan dos cosas. En primer lugar, las espigas y flores brotando del muro del ábside representan el reflorecimiento de la Iglesia sobre la tristeza del sacrificio de Jesucristo, consumado sobre el altar. En segundo lugar, el crecimiento lleno de vigor de los vegetales en que se transforma el muro absidial hacia el Cielo representa el crecimiento de la Iglesia con el alimento de la eucaristía. Como Jesucristo nace cada mañana en el altar, el ábside –un gigantesco útero- está dedicado a su Madre, que nos trae este fruto de bendición. Hacia 1915, Gaudí determinó cómo sería la torre del ábside, que ahora se está construyendo. Es la “Turris Davídica” coronada por la “Stella matutina”. Es decir, la suma de dos jaculatorias de las letanías del Rosario, dedicadas a la Virgen María: la Torre de David coronada por la Estrella matutina. Es la exaltación de la Virginidad fecunda. Gaudí hizo en cada machón hizo una hornacina, cuyo doselete es un crismón flanqueado del alfa y la omega, destinada a la imagen de un fundador o fundadora de orden religiosa. La fecundidad de los fundadores deriva de la virginidad. Y, como María en su virginidad, dan a la Iglesia su fruto: los hijos que dilatan su vida y la multiplican. Por eso rodean la torre de la Virgen, mucho más alta: reproducen la virginidad fecunda de la Virgen Madre, que es la más alta y perfecta. En otras partes de la basílica estarían las imágenes de otros tipos de santos: los mártires, los confesores, etc. Desde la fachada del Nacimiento hasta la de Pasión, la lista –incluyendo los seis de los machones y los dos laterales- era santa Teresa de Jesús, san Elías, santa Clara, san Francisco, san Bruno, santa Escolástica, san Benito y san Antonio Abad.