Siguen las obras en la Sagrada Família, subiendo las torres centrales y ampliando el claustro hacia la sacristía. También se van completando elementos del interior, como las vidrieras. Pero durante el mes de marzo, la piedra más singular que se ha puesto no es una piedra material: es una piedra espiritual. Se trata de los restos mortales de mosén Gil Parés, primer párroco de la Cripta, desde que fue erigida como tenencia parroquial y gran amigo de Gaudí, hasta el punto de que el arquitecto le nombró albacea de su testamento. Mosén Parés había sido catequista en la Sagrada Família y, una vez cursados los estudios eclesiásticos y ordenado sacerdote, vivió en la casa que Gaudí construyó para el capellán de la Cripta, aneja a su estudio y a la portería. Durante la persecución religiosa de 1936, fue asesinado por ser sacerdote, junto con aquellos que intentaron esconderle de sus perseguidores. Recientemente se ha abierto su proceso de beatificación como mártir y el 11 de marzo de 2011 se trasladaron sus restos mortales del cementerio a la Cripta. Reposan en la capilla del Cristo, la simétrica a la de la Virgen del Carmen, donde reposan los restos de Gaudí. Ambos amigos, arquitecto y sacerdote, vuelven a estar juntos en su querida cripta de la Sagrada Família, como fundamentos vivos del edificio espiritual. La ceremonia fue presidida por el cardenal-arzobispo Martínez Sistach, quien recordó que el papa Benedicto XVI, al final de la reciente dedicación al culto de la basílica, se había referido a mosén Gil Parés en la alocución del ángelus ante la Fachada del Nacimiento. “Mosén Gil –añadió- dio un día su vida en coherencia con su fe. Y aquel grano de trigo ha dado fruto. Los mártires son los grandes testimonios de la vida cristiana.“