En el otoño de en 1908, Joan Maragall, Josep Carner, Ramon Rucabado, Josep Torras i Bages, Miquel Costa i Llobera, Lluís Duran i Ventosa y otras personalidades de la cultura catalana emprendieron una acción a favor de purificar la lengua catalana hablada de la blasfemia, que estaba generalizada entre la mayoría de los catalanoparlantes. La “Lliga del Bon Mot" hacía acciones educativas y sugestivas, pero algunos querían también que la Ley actuara. Anton Gaudí era ferviente partidario de una ley anti-blasfemia, porque sin punción legal -argumentaba- "el pueblo creería ser de consejo, y no de obligación, el dejar de blasfemar".