Los reclinatorios son, como los sitiales, de madera de nogal y de terciopelo rojo, con aplicaciones de metal. También son piezas de cuidada precisión, hechos en conjunto con los sitiales en los talleres de Eduardo Puntí. Representan la sección de una nave gótica, con tres columnas muy finas compuestas de base, fuste y capitel, que sostienen un voladizo. El cojín para los brazos sería la cubierta de la nave gótica. El efecto buscado por Gaudí es más patente teniendo en cuenta el lugar de los dos reclinatorios: a lado y lado del presbiterio, en posición transversal a la nave de la iglesia. El perfil dibuja una curva muy original, que envuelve todo el conjunto y le da ritmo; es un anuncio de las futuras superficies alabeadas de la arquitectura de Gaudí.