Los muros del semisótano de El Capricho son gruesos y de piedra, de 45 cm. de espesor los perimetrales y de 30 cm. los de carga. Están formados exteriormente por un almohadillado un poco rústico, con juntas horizontales muy amplias, cruzadas verticalmente por otras juntas disimuladas por un coronamiento superior en forma de escocia de perfil gótico. Las ventanas, apuntadas, también recuerdan el gótico. Los muros suben en la planta principal y en el desván con ladrillo amarillo y rojizo, como en los pabellones de la finca Güell. Gaudí los decoró con franjas horizontales de cerámica, como la casa Vicens. Los azulejos tienen relieve y representan hojas verdes y flores de girasol. En aquel tiempo, Gaudí no usaba todavía masivamente la técnica del “trencadís” y ponía los azulejos enteros. Los muros acaban en un alero formado por ménsulas de perfil escalonado, también revestidas de la misma cerámica vidriada.