En las esquinas de la fachada principal sobresalen los balcones, con una terracita, de planta hexagonal. Las barandillas de hierro desarrollan en su parte central la forma de un banco puesto de espaldas, con el respaldo y el asiento de listones de madera, de manera que la persona se puede sentar de cara al edificio. Lo cubre una marquesina también de hierro, elevada por columnas del mismo metal. Gaudí puso esto tipo de balcón-banco también en la casa Vicens (si bien hace años se sustituyó por una jardinera), construida simultáneamente a El Capricho. Esta solución aparecerá de nuevo en las bodegas del Garraf y, plenamente desarrollada, en una de las obras de madurez de Anton Gaudí: el banco del park Güell.