La Renaixença se convierte en movimiento cívico

La relativa libertad del Sexenio democrático anuló la prohibición del exitoso teatro en lengua catalana y permitió la aparición de las primeras revistas en catalán de larga vida: “La Campana de Gràcia” (1870) y “L’Esquella de la Torratxa” (1872), de inspiración republicana y populachera; y las cultas y conservadoras, como “Lo Gay Saber (1868) y sobre todo “La Renaixença” (1871). Continuaron publicándose textos históricos en castellano, como la Historia de Catalunya de 9 tomos del reusense Antoni de Bofarull (1876-1878); y novelas y obras de teatro en catalán. Un grupo de literatos fundó en 1870 la Jove Catalunya –nombre similar al de otras sociedades del mismo tipo de Irlanda, Italia, etc.-, la primera entidad con vocación de llevar la Renaixença de la literatura y el arte al terreno cívico, si bien apolítico. Ellos crearon la revista quincenal “La Renaixença”, que a posteriori dio su nombre a todo el movimiento de recuperación del catalán como lengua literaria. Uno de los cofundadores era un compañero de Gaudí en los Escolapios de Reus, Antoni Aulèstia i Pijoan. Sin embargo, la consolidación de la Renaixença entre una minoría intelectual creativa coincidía en el tiempo con el mayor y más eficaz esfuerzo del Estado español y de las clases dirigentes de Catalunya para erradicar la lengua catalana y españolizar completamente la sociedad. La sustitución de la lengua catalana por la española se hizo obligatoria, por ejemplo, en los libros parroquiales y en las escrituras notariales. También ya era muy mayoritario su uso en la correspondencia privada, como era el caso de Gaudí y sus jóvenes amigos. Se conservaba sólo en círculos reducidos de gente especialmente culta, como el librero Bocabella, que escribía sus cartas privadas en catalán. En los demás países de lengua catalana crecían los núcleos renacentistas, especialmente en Baleares, cuyos poetas participaban frecuentemente en los Jocs Florals de Barcelona. Otros de los asiduos a obtener galardones en los Jocs Florals eran dos poetas reusenses compañeros de Gaudí en los Escolapios: Josep Martí i Folguera y Antoni Aulèstia i Pijoan. En 1872 murió en Roma, a los 36 años de edad, el gran pintor reusense Marià Fortuny i Carbó, profundamente admirado por Gaudí, que comentaba: “Vió el color con más seguridad que los grandes maestros, mejor que Velázquez y Rafael y casi tanto como el Veronés”. Su corazón fue llevado a Reus y conservado en una urna en la iglesia parroquial. En 1873, Lluís Domènech i Montaner obtuvo el título de arquitecto en la Escuela de Madrid. Pronto regresó a Barcelona para incorporarse como profesor a la nueva escuela de la ciudad. Precisamente se estaba acabando la sede de la Universidad, el primer edificio público del Eixample y el primer gran edificio de estilo neomedieval, obra de Elies Rogent.

Josep Maria Tarragona, 02-IV-2007
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Última actualización: 06/05/2016