Durante la adolescencia de Gaudí, entre 1863 y 1868, la Renaixença se expandió de la Poesía y los estudios históricos a la Novela, al Teatro y a la Arquitectura. En 1862 apareció la primera novela en catalán desde la Edad Media, “L’orfeneta de Menargues”, de Antoni de Bofarull. En 1865, se estrenaba el primer drama en catalán, “Tal faràs, tal trobaràs”, de Vidal i Valenciano, y en 1866, “Les joies de la Roser”, de Frederic Soler. Ante le éxito alcanzado, el gobierno español prohibió el 29 de enero de 1867 el teatro en lengua catalana. En los Juegos Florales de 1865 fue galardonado un seminarista de Vic de 20 años, Jacint Verdaguer i Santaló, que se reveló como el mayor poeta de la historia de la lengua catalana y uno de los grandes del Romanticismo europeo. El Romanticismo llegó también a la Arquitectura. Catalunya debe el inicio de la Renaixença en Arquitectura, el primer edificio neomedieval, a una monja francesa, santa Magdalena Sofía Barat (1779-1865), fundadora en 1800 de la Sociedad del Sagrado Corazón. Cuando en 1867 se construyó la preciosa capilla del colegio de Sarriá (junto a Barcelona), por expreso deseo de santa Magdalena Sofía se tomó como modelo la capilla de Saint Thibault de Maître Antel, en donde ella había hecho la primera comunión. La inició Josep Casademunt i Torrents (Barcelona 1804-1868) y, al fallecer éste, la acabó su alumno Joan Martorell, futuro maestro de Gaudí. Se consagró el 17 de noviembre de 1869 y costó 482.405,864 reales de vellón. Además, la Renaixença se extendía geográficamente: Cientos de poetas jóvenes de Valencia, Mallorca y el Rosellón retomaban, como en el Principado, el uso literario de la lengua catalana. Más al norte, la lengua occitana —filológica y culturalmente hermana de la catalana— vivía una similar restauración literaria. Su impulsor, el poeta Frédéric Mistral, visitó Barcelona en los Juegos Florales de 1868.