Si Notre-Dame de Chartres es la catedral ideal de la Edad Media, la época de las catedrales, la Sagrada Família es, en palabras del propio Gaudí, «la primera catedral de la segunda etapa». La catedral gótica es, tal vez, la representación plástica más clara de la Jerusalén celestial. Dios mismo era representado como el arquitecto del Universo, provisto de un compás. En este sentido, la más impresionante es Notre-Dame de Chartres, que conserva casi todas las esculturas y vidrieras originales, las cuales desarrollan un cuidado plan teológico. Seis siglos después que el Maître de Chartres, Antoni Gaudí hablaba de manera similar de la Sagrada Família, en la sociedad resultante de la Revolución Industrial: una sociedad también próspera económicamente, pero con menos fe que la medieval. Notre-Dame de Chartres y la Sagrada Família son dos hitos de la historia del arte. Notre-Dame de Chartres comienza siendo románica y termina como catedral gótica. La Sagrada Família de Gaudí empieza siendo gótica y culmina en su propio estilo. Ambos monumentos evidencian magníficamente los dos grandes saltos de la historia de la arquitectura: del románico al gótico y del gótico al estilo de Gaudí. Estos dos saltos se basan en una mejora de la estructura mecánica de los edificios, cuyo elemento principal es el arco. Es más que probable que Antoni Gaudí hubiera visitado Notre-Dame de Chartres durante el viaje que hizo a Francia, de joven, para estudiar catedrales. La conocía hasta en el detalle más pequeño. Durante la Primera Guerra Mundial, cuando los alemanes comenzaron a bombardear catedrales, se decía que si destruían la de Chartres, Gaudí podría reconstruirla de memoria. Siempre hablaba muy elogiosamente de ella, como un «gran poema del cristianismo». Y, como catedral gótica ideal, es un precedente de la basílica de la Sagrada Família. El propio Gaudí la tomaba como elemento de comparación.