Es la segunda casa de Gaudí en el Eixample y su primera en el paseo de Gràcia. En realidad, es la reforma de un edificio preexistente, que le encargaron el 7 de noviembre de 1904 sus propietarios, Josep Batlló i Casanovas y su esposa Amàlia Godó. Gaudí ensanchó el patio interior, cambió las fachadas de la calle y del interior de manzana, coronó el edificio con una cubierta nueva y rehizo los pisos, singularmente el principal, habitado por la familia Batlló. Le ayudaron los arquitectos Domènec Sugranyes y Josep Canaleta, en la construcción; y los arquitectos Joan Rubió y Josep Maria Jujol y ls escultores Josep Llimona, Carles Mani y Joan Matamala, en la decoración. Las obras se acabaron en 1906. Gaudí dirigió personalmente desde la acera del paseo de Gràcia la colocación de las piezas de la fachada, de superficie ondulante. Se trata de una gran composición pictórica, rutilante con la luz mediterránea, que distribuye sobre un campo florido los huesos del festín del Dragón, en cuyo lomo se clava la lanza de san Jorge. La empuñadura de esta lanza es una cruz bulbosa de cuatro brazos orientados según los puntos cardinales. Lleva helicoidalmente los monogramas en oro de las personas de la Sagrada Familia: Jesús (JHS), Maria (M) y José (JHP). Los balcones representan calaveras y la tribuna, falanges de los dedos. Las maquetas de yeso de todos estos elementos se hicieron en los talleres de la Sagrada Familia. La casa tiene dos pisos de desvanes, hechos con bóvedas sobre arcos de ladrillo de perfil parabólico, a manera de costillas. Cada arco parabólico arranca del extremo de una viga de hierro del suelo, que hace de tirante; una ingeniosa novedad estructural que Gaudí repetirá ampliada en los desvanes de la Pedrera. La decoración del piso principal tiene muchos detalles extraordinarios de Gaudí, como la chimenea; los techos de yeso con relieve; la capilla, con un retablo de Llimona; los ventanales sobre el paseo de Gràcia y las demás ventanas; los muebles del comedor; la cerámica del patio interior; las barandillas de la escalera y el pavimento. La casa Batlló (1904-1906) es la culminación del barroco catalán de la casa Calvet (1898-1899). Gaudí libera su inventiva de la rigidez estilística y crea formas mucho más orgánicas y movidas, con una policromía espectacular. Esta libertad arquitectónica, este barroco personalísimo de Gaudí, llegará a su exhuberancia en la Pedrera (1906-1912), encargada a Antoni Gaudí por Pere Milà precisamente durante una visita a las obras de la casa de su amigo Josep Batlló. Es recomendable visitar las tres casas por este orden. La revista de Madrid “Nuevo Mundo” del 14 de febrero de 1907 decía sobre los arquitectos modernistas catalanes: «No llegando todavía a la perfección o por lo menos a la conciliación justa de lo bello, lo armónico y lo útil, ni constituyendo todavía sus obras la visión clara y precisa de una arte propio, es anuncio de abundantes aptitudes para llegar a esa meta gloriosa de la cual puede considerarse como más cercano al pintoresco y audaz Gaudí.» “Ilustració Catalana” contestaba el 10 de marzo de 1907: «Els mateixos espanyols començan a rendirse a la realitat y s'ocupan y comentan, encara que molt a la lleugera, les obres del Domènech, Puig y Cadafalch, Sagnier, Gaudí y tants altres. (...) La casa Batlló (...), que tant extraordinàriament ha cridat l'atenció del públic, és plena de originalitat. No han deixat d'ésser discutides les obres d'aquest distinguit arquitecte, però aquesta ha merescut els honors de la crítica, dels iniciats i dels profans. (...) Sembla que a l'home que va alçant al cel el temple de la Sagrada Família, obra colosal que admira a tots, no l'hi hauria d'arribar la crítica de les seves obres; però'l nostre poble no te fré en certes coses, y fins en lo més intangible hi diu la seva, de lo que no se'n déu pas sentir molestat cap mica el seu autor, puix home de cultura y de món, sap donar el valor qu'es mereixen als judicis més o menys justos de l'opinió pública.»