Gaudí y el papa XVI: La basílica sin órgano

Cuando Antoni Gaudí afrontó el proyecto musical de la Sagrada Família, quiso interpretar con rigor las disposiciones san Pío X, que puntualizaba que la música de la Iglesia es exclusivamente vocal. El arquitecto, siguiendo al pie de la letra las disposiciones del papa, entendía como música sagrada estrictamente el canto. Explicaba que la voz humana tiene preferencia absoluta en el orden musical por encima de todos los instrumentos, incluso el órgano, por lo que había de ser el único medio de dirigir al Altísimo las oraciones del pueblo cristiano reunido en la Sagrada Família. Por eso, decidió suprimir en su basílica el gran órgano, presente en todas las catedrales y templos monumentales. Si hubiera entrado en sus planes, habría proyectado un instrumento monstruoso que, aplicando su genial talento, sería un hito en la historia de los órganos y hubiera merecido una visita a la Sagrada Família sólo para oírlo resonar en sus naves. Pero ¡no! El liturgista Gaudí renunció al gran órgano en favor de algo mucho más humano y más divino, cumpliendo al pie de la letra las disposiciones del papa: la voz de quince mil fieles unidos en la plegaría colectiva, haciendo realidad el deseo del papa de que en las ceremonias litúrgicas no haya espectadores, sino que todos sean actores, cada uno en la medida de sus posibilidades naturales, vibrando a idéntico ritmo y con la melodía del mismo himno. Y precisamente para sostener el canto gregoriano de una asamblea cristiana de estas proporciones eran convenientes y hasta imprescindibles unos pequeños armonios estratégicamente distribuidos. El mismo san Pío X, en los números 15-17 de su decreto “Tra le Sollecitudini”, de 22-XI-1903, lo permitía: “Si bien la música de la iglesia es exclusivamente vocal, esto no obstante, también se permite la música con acompañamiento de órgano. (…) Como el canto debe dominar siempre, el órgano y los demás instrumentos deben sostenerlo sencillamente, y no oprimirlo. No está permitido anteponer al canto largos preludios o interrumpirlo con piezas de intermedio”. Y así lo hizo Gaudí: diseñar en la Sagrada Família armonios escondidos y proporcionados a su función estricta de sostener el canto gregoriano de la asamblea cristiana.

Josep Maria Tarragona, 1-IV-2013
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Última actualización: 06/05/2016