Gaudí tenía un espíritu de observación, ya de pequeño, que le daba un conocimiento directo de los hechos, con el cual no se privaba de cortar a los interlocutores superficiales. Una vez, el maestro de Gaudí niño explicaba en clase que las aves tienen las alas para volar, y él le interrumpió diciendo que: "Las gallinas de mi casa no pueden volar y sólo utilizan las alas para correr más deprisa". El maestro quedó sorprendido sin saber qué responder en defensa se su afirmación demasiado elemental. (Anécdota explicada por lo mismo Gaudí y recogida por su discípulo Joan Bergós)