El título de arquitecto (1875-1879)

Anton Gaudí estudiaba Arquitectura en Barcelona y simultáneamente, para mantenerse, trabajaba como delineante. Así, colaboró con Fontserè en diversas obras del Parque de la Ciutadella. En enero de 1875 se comenzó la Gran Cascada, dibujada por él; y poco después se inauguraron sus primeras obras llevadas a la práctica: la terraza para los conciertos al aire libre de la banda municipal (1875) y la reja perimetral del Parque, de más de un kilómetro y con siete puertas (1876). A las órdenes de Fontserè, Gaudí también colaboró en el proyecto del mercado del Born, inaugurado en 1876. Pero Anton Gaudí buscó más trabajo: con el arquitecto Del Villar en el proyecto del nuevo ábside del santuario de Montserrat; en la ingeniería Padrós & Borràs, donde proyectó el tranvía del Portal de la Pau a Can Tunis; y, sobre todo, como ayudante estable de Joan Martorell, a quien considerará su maestro. En la Escuela, fue presentando sus dibujos a las sucesivas asignaturas de Proyectos: la “Puerta para un cementerio” (1875), el “Patio del palacio de la Generalitat” (1876), el “Embarcadero” (1876), el “Hospital” (1876), la “Fuente para la plaza de Catalunya” (1877) y su proyecto de reválida: el “Paraninfo”. Finalmente, Gaudí acabó la carrera, con un expediente muy normal: cinco suspensos, dos notables y dos sobresalientes. El director de la Escuela, Elies Rogent, dijo al entregarle el título, en 1878: “Hoy hemos hecho un arquitecto que será o un loco o un genio”. El título de arquitecto marcó la definitiva instalación de los Gaudí en Barcelona, ciudad donde Anton desarrollaría su carrera profesional, empezando por pequeños trabajos, entre los que destacan las farolas de la plaza Reial y la vitrina de la guantería Comella en la Exposición de París de 1878, que dará pie a su encuentro con Eusebi Güell. Durante estos años estudiantiles, Anton Gaudí acabó su servicio militar y sufrió la muerte de su abuela Rosa “la Calderera” (1875), de su hermano Francesc (1876), de su madre Antònia (1876) y de su hermana Rosa (1879), que dejó huérfana una niña pequeña, Roseta.