La Revolución de Septiembre de 1868 derrocó a Isabel II, que partió al exilio acompañada de su confesor, san Antoni Maria Claret. Se abrió un periodo constituyente, gobernado por el general Joan Prim, que ensayó reformas nunca antes vistas en el Estado español: el sufragio universal masculino, la abolición de la esclavitud, la libertad de cultos, la unidad monetaria y el liberalismo económico, la libertad de prensa, la abolición del servicio militar, el federalismo, la reducción del trabajo infantil, el desarrollo legal del movimiento obrero… Duró seis años, con tres periodos: gobierno provisional del general Prim (octubre 1868 – diciembre 1870), monarquía democrática de Amadeo I (enero 1871 – febrero 1873) y Primera República Española (febrero 1873 – diciembre 1874). La Revolución de 1868 tuvo en Catalunya un fuerte componente antiborbónico. En Barcelona, fue asaltado el símbolo de su represión, la Ciudadela, que sería derruida y transformada en parque. En las primeras elecciones con sufragio universal masculino, ganaron los republicanos federales. Pretendían encajar a Catalunya dentro del nuevo estado democrático lealmente, sin renunciar a su singularidad y recuperando parte de su autogobierno. Aspiraban a una república federal ibérica, que incluía Portugal y Cuba. En aquellos momentos, las únicas repúblicas que había eran la Confederación Helvética y los Estados Unidos de América, que eran los modelos de los catalanes. Pero en España ganaron los monárquicos, y las Cortes aprobaron una nueva constitución monárquica, unitaria y centralista. Como reacción, hubo en Catalunya un levantamiento republicano en septiembre de 1869. El 1 de octubre, la ciudad de Reus proclamó la República Democrática Federal, en una gran fiesta pacífica. Se constituyó una Junta Revolucionaria que invitó a todo el pueblo español a sumarse, lo que no consiguió. Reus fue también fue la primera ciudad del estado que instituyó el matrimonio civil y que inscribió civilmente un recién nacido. Simultáneamente, había comenzado la guerra de Cuba entre los insurrectos y el Estado español, que tuvo grandes repercusiones en Catalunya, debido a los fuertes intereses comunes fruto de la emigración catalana a las Antillas y al reclutamiento de soldados catalanes por parte del gobierno español para enviarlos a la isla a sofocar la insurrección. Así, en marzo de 1870 hubo en el llano de Barcelona un motín contra el servicio militar, para reprimir el cual fue bombardeada la villa de Gràcia. El general Prim tuvo que buscar un rey ajeno a la familia Borbón. Renunciaron a la Corona española los candidatos portugués y alemán, dejando sólo la opción de Amadeo de Saboya, hijo de Víctor Manuel II, el Usurpador al Papa de los Estados Pontificios y de la ciudad de Roma, con gran escándalo de la opinión pública católica de Catalunya. Joan Prim i Prats murió asesinado el 30 de diciembre de 1870, un día antes de la llegada del flamante Amadeo I. Gaudí siempre tuvo elogios para Prim como gobernante. Decía muchos años después, en 1917: “De no haber tenido un final tan desgraciado, habría señalado los caminos de salvación a la desventurada España”. Y en 1921 repetía los elogios, comparando las constituciones políticas con los proyectos arquitectónicos y considerando que Prim, como gobernante, hacía inmortal el nombre de la ciudad de Reus. A su discípulo Cèsar Martinell, le decía que “Prim vio la situación política de su tiempo mejor que nadie”. En abril de 1872 estalló la Tercera Guerra Carlista. El pretendiente Carlos VII prometió que, si ganaba, devolvería a catalanes, valencianos y aragoneses los fueros abolidos por Felipe V. En Catalunya, los carlistas eran más fuertes que antes, y conquistaron ciudades que nunca habían sido suyas en las guerras anteriores. Así, el 30 de junio de 1872 entraron en Reus, y una de las batallas tuvo lugar en la calle de Sant Joan, delante de casucha de los Gaudí. Amadeo I –que había visitado Reus el 11 de septiembre de 1871- abdicó. El 11 de febrero de 1873 se proclamó la Primera República Española. En España fue vista como una ingerencia e imposición de los catalanes en el gobierno de España. La prensa de Madrid volvió a encenderse otra vez en una violenta catalanofobia. Para desacreditar a la República, la presentaban como una empresa catalana. Dentro de Catalunya, sin embargo, continuaba la guerra civil. El 25 de julio de 1873, los carlistas entraron en Riudoms, de donde fueron expulsados por una columna de voluntarios de Reus. Todo pasó muy cerca del Mas de la Calderera. La burguesía catalana –grupo social en que los Gaudí i Cornet anhelaban que sus hijos se situasen, mediante los estudios universitarios- se fue desmarcando poco a poco del Sexenio democrático. Se mostró contraria a iniciar la abolición progresiva de la esclavitud en Puerto Rico (donde había muy pocos esclavos y era un prólogo experimental de lo que pasaría en Cuba, donde había centenares de miles, muchos de ellos propiedad de catalanes) y a la implantación gradual del librecambismo. A medida que pasaba el tiempo, muchos se asustaron del poder de las organizaciones obreras y de la imposibilidad del régimen democrático de ganar a los carlistas y a los independentistas cubanos. Por eso, finalmente dieron su apoyo entusiasta al desembarco triunfal del hijo de la ex-reina Isabel II, Alfonso XII, el 7 de enero de 1875 en Barcelona, con que se inició la Restauración.