En 1883, el indiano Máximo Díaz de Quijano encargó a Gaudí un chalet en Comillas, cerca del palacio de Sobrellano. Antoni Gaudí tenía entonces 31 años, llenos de optimismo, poesía y amor a la vida, cuando aceptó el encargo de la Sagrada Familia. Quizás por ello, como ha señalado el profesor Bassegoda, Gaudí encontró para El Capricho soluciones prodigiosas. Díaz de Quijano era músico amateur, y por esta razón pensamos que el nombre de El Capricho responde, trasladado a la arquitectura, a como se utiliza en la música para designar piezas que no siguen las reglas y con variaciones de ritmo según un capricho personal. Gaudí se inspiró claramente en el proyecto de Embarcador (1876) que había hecho en la Escuela, con la diferencia de que en El Capricho hay una sola torre en vez de dos. También presenta en conjunto y en muchos de sus elementos grandes similitudes con al casa Vicens, que Gaudí construía simultáneamente en Gràcia, junto a Barcelona, entre 1883 y 1888. El Capricho mide 15x35 metros y se adapta al desnivel del terreno, con un semisótano, la planta noble y un desván. El Capricho tenía forma de U, que resguardaba del viento del Norte en su agujero, orientado al Sur, un gran invernadero, donde Máximo Díaz de Quijano aclimataba las plantas que le traían de ultramar. Cerraban el pequeño jardín unos pilones con tiestos en su parte alta, como los que el mismo Gaudí hará mucho después en los viaductos del park Güell. El invernadero era la pieza central de la casa, a la cual se adosaban el resto de habitaciones. Una solución de patio central que da luz desde dentro a un interior de entrada intencionadamente oscura, cogida de la arquitectura árabe y mudéjar, tan valorada por Gaudí y por los arquitectos modernistas de su generación. El salón es la pieza principal. Tiene toda la altura del edificio y ventanas de guillotina. Al practicarlas, suena una agradable música producida por campanas tubulares, cada una con un tono diferente, que hacen de contrapesos. Todo es obra del caprichoso poeta Gaudí, como los techos y artesonados de inspiración mudéjar, las aplicaciones de cerámica o las pequeñas chimeneas. El juego de escaleras que conducen al semisótano y la de caracol que lleva a la torre está muy bien resuelto, mostrando la gran habilidad de Gaudí con los desniveles, aprendida estudiando el diccionario de arquitectura gótica de Viollet-le-Duc. En el exterior, Gaudí mezcla la piedra, el ladrillo y la cerámica vidriada, cuyo motivo es la flor y las hojas de girasol, produciendo una agradable combinación con el verde intenso del paisaje de Comillas. Los tejados originales, hoy desaparecidos y desfigurados, eran de cerámica vidriada. Las chimeneas que rematan las cubiertas son también profundamente originales. El elemento más destacado de El Capricho es la torre, toda ella revestida de azulejos con el girasol, los mismos que Gaudí utilizó en la terraza de la casa Vicens. Termina en una terraza similar a la de la bodega del Garraf y un templete sostenido por cuatro columnas de hierro fundido, con una graciosa barandilla. Díaz de Quijano y Gaudí no llegaron a conocerse personalmente. Gaudí no visitó nunca Comillas. De la ejecución de las obras se encargó su amigo y compañero de promoción Cristòfor Cascante i Colom. Ambos eran ayudantes de Joan Martorell; y a partir de 1882 Cascante se había instalado en Comillas para dirigir las obras del palacio de Sobrellano y del Seminario, proyectados por Martorell. Cascante dispuso de una maqueta y de planos muy detallados de Gaudí, a quien consultaba todas las dudas por carta. Actualmente, El Capricho es un restaurante propiedad de una empresa japonesa.