Gaudí no se había desanimado en sus estudios. En la convocatoria extraordinaria de otoño de 1873, solicitó hacer de nuevo los exámenes de ingreso en la Escuela, además de los pendientes de Francés y Mecánica racional (en la Facultad de Ciencias), y de las cinco asignaturas de Arquitectura de que ya estaba matriculado. Sólo nos consta que se presentó a “Copia de yeso”, que suspendió el 17 de noviembre de 1873. La razón fue que los trabajos en yeso que aportó eran defectuosos por no haber contratado a un modelista profesional. En Barcelona, Gaudí se relacionaba con otros reusenses, como su amigo Josep Oriol Canals i Zamora, que en 1873 fue nombrado director de la sucursal en Barcelona del “Vapor Vell” de Reus. A finales de 1873 o principios de 1874, contactó con otro reusense, Salvador Pagès i Inglada, el promotor de la cooperativa obrera de Mataró, proyecto social al que también estaba vinculado su compañero de la Escuela Pía de Reus el poeta Bartrina. La Obrera Mataronense había comenzado su actividad tan pronto como la Revolución de 1868 legalizó a las sociedades obreras. Había empezado a trabajar el 1 de julio de 1869 con 107 socios y 6 telares de segunda mano en un local alquilado de Gràcia. En 1870 sufrió una grave crisis por la fiebre amarilla y por el Primer Congreso Obrero, que tomó una orientación anarquista y propugnó una huelga de tres meses. En 1873, cuando Gaudí entró en contacto con ellos, tenía 45 telares y 83 socios, y acababan de compran un terreno en Mataró para edificar una fábrica de propiedad. Gaudí dibujó la primera bandera de la Cooperativa Mataronense. Son unos años en que el joven Gaudí estuvo absorbido por muchas cuestiones fuera de las aulas de la Escuela de Arquitectura y de su trabajo como delineante a las órdenes de Fontserè. Se hizo inseparable del poeta Bartrina, que era el orador más brillante del Ateneu Barcelonés, y del crítico literario Yxart. Con ellos, Gaudí leyó los clásicos de todas las épocas y naciones, formándose un gusto literario exquisito. Las cuestiones básicas le absorbían tan seriamente que para comprenderlas y solucionarlas se propuso e hizo estudios completos de Historia y de Economía, sobre todo del problema obrero, que le preocupaba enormemente. Tomó algunos apuntes de los libros «Économie Polítique des Athéniens», de Dacier; de «Du problème de la misère et des solutions chez les anciens et les modernes», de Moreu-Cristophe; y de la «Histoire des classes ouvrières en France», de Levasceur. Durante 1874, asistió con gran atención a las lecciones sobre obrerismo que se impartieron en el Ateneu Barcelonés. Las ilusiones políticas del Sexenio democrático, la atracción del cooperativismo utópico como solución al conflicto entre capital y trabajo y la influencia de Bartrina, de Pagès, de los dirigentes anarcosindicalistas del movimiento obrero, de Fontserè y de determinados nuevos compañeros de la Escuela de Arquitectura, como Camil Oliveras i Gensana, librepensadores, agnósticos o ateos y algunos de ellos masones, contrastaron en el alma joven, sedienta de justicia y generosa de Gaudí con la formación religiosa recibida en su familia y en el colegio, y le arrastraron al ateísmo. En julio de 1874, Francesc Gaudí padre, con una fe ciega en el futuro de sus hijos en Barcelona, conjuntamente con su madre “la Calderera”, que era la usufructuaria, vendieron dos fincas de la partida de Burgar, por las que consiguieron 3.865 pesetas. Ese mes, el 13 de julio de 1874, comenzaron los trabajos del mercado del Born, que se prolongarán hasta 28 de noviembre de 1876. Gaudí había sido llamado a filas en Barcelona a principios de año, el 21 de enero de 1874. Entró en caja de reclutamiento el 7 de julio de 1874, lo que significaba que se tendría que incorporarse como soldado al Ejército en enero de 1875. De haber sido un carlista convencido, era el momento de desertar, cruzar el frente de la guerra civil y sumarse al ejército carlista. Gaudí no era carlista, sino que vivía los ideales del Sexenio democrático y admiraba la obra de gobierno del general Prim, pero tampoco se presentó como voluntario liberal a la Milicia Nacional. Es más, si quería evitar ir a los frentes de la Tercera Guerra Carlista o de la Guerra de Cuba, tenía como fuera que ingresar en la Escuela de Arquitectura y adquirir la condición de estudiante, que le permitiría cumplir su servicio militar en un departamento administrativo en Barcelona.