Antoni Forns i Carulla

Antoni Forns i Carulla nació el 1 de julio de 1862 en Sant Sadurní d’Anoia (Alt Penedès), tercer hijo de la numerosa prole de Antoni Forns i Huguet, natural del mismo Sant Sadurní, carlista y de profesión cerrajero, y Joaquima Carulla i Baqués. Fue bautizado el 3 de julio. Ingresó en el Seminario de Barcelona a los 14 años. Fue alumno interno, excepto los periodos de vacaciones, que pasaba con sus padres, hasta ser ordenado presbítero por el obispo Dr. Jaume Català i Albosa en 1888, cuando tenía 26 años. Había dado muestras de verdadera vocación y había hecho sus estudios eclesiásticos con la calificación prevalente de “benemeritus”; y todos los testimonios requeridos para su ordenación sacerdotal fueron excelentes. Mosén Antoni celebró su primera misa en la iglesia de su pueblo el 27 de diciembre. Inmediatamente, comenzó la “carrera” parroquial. Fue coadjutor de Sant Vicenç dels Horts (29-XII-1888), y sucesivamente de Santa Maria de Sans (25-XI-1889), de Alella (7-VI-1890), de la Mare de Déu del Pi de Barcelona (15-VI-1892) y de Sant Miquel Arcàngel de Barcelona (6-III-1893). Luego, fue ecónomo de la parroquia de Sitges (1-IV-1903) y, por último, párroco de Cervelló (1-VIII-1903, cuatro años), Vilarrodona (10-XII-1897, ocho años) y la Garriga (28-IV-1905, once años). Mosén Antoni participó en el concurso de provisión de curatos de 1915 convocado por el Obispo de Barcelona, según lo dispuesto en el Concilio de Trento y en el Concordato de 1851. El 27 de abril de 1916 el rey de España –a quien correspondía hacerlo, según el Concordato - le nombró cura párroco de Sant Joan de Gràcia. El 28 de junio de 1916 tomó posesión, y estaría veinte años, hasta su muerte. La parroquia había sido erigida el 22 de agosto de 1868 y la primera piedra del templo se había puesto el 21 de abril de 1870. Tiene 40 m. de largo por 13,80 de ancho y no se había acabado el campanario. Abría a las 5 de la mañana, y se distribuía la comunión, se confesaba y se decían misas desde las 5h. 30’ hasta las 10 h. En el turno establecido entre las parroquias de Barcelona, le tocaba celebrar las XL Horas durante cuatro días de principios de octubre y se hacía con gran solemnidad, como los demás cultos. En el término parroquial había otros centros de culto, como las ermitas de la Salut, de Montserrat y del Carmel, las capillas de varias casas solariegas, las iglesias de los conventos de religiosos y dos oratorios privados, uno de ellos el de Eusebi Güell, en la casa arreglada como su residencia por Gaudí en el Park Güell, que había sido erigido por el Obispo de Barcelona el 7 de febrero de 1913. La población de la parroquia era de unas 28.000 almas, en su gran mayoría obreros, a las que servían mosén Antoni y otros once sacerdotes en el templo parroquial; y algunos más en los otros centros de culto. Como era normal en la época, prácticamente todos estaban bautizados en la Iglesia católica. Había un pequeño número de protestantes, casi todos alemanes e ingleses, y un reducido núcleo de espiritistas. No había ningún centro o logia masónicos. Más o menos, se consideraban almas de Comunión unas 20.000 y, de éstas, unas 5.000 asistían a misa los domingos y festivos; 1.500 en el templo parroquial y 3.500 en las diversas iglesias de los conventos religiosos. Recibían la comunión los domingos y fiestas unos 600 fieles y, cada día, algo más de 200. Aproximadamente la mitad de los difuntos –la tercera parte eran párvulos- morían sin sacramentos a pesar del interés de mosén Forns y sus coadjutores. Sant Joan de Gràcia era la parroquia de Antoni Gaudí desde que se había trasladado a vivir a la casa del Park Güell , hacía diez años. La sobrina del arquitecto había fallecido en 1912; y en 1916, cuando mosén Forns llegó se hizo cargo del curato, el arquitecto se dedicaba prácticamente en exclusiva a la dirección de la obra de la Sagrada Família y al diseño de las partes que faltaban. Le acompañaba a dormir en su casa del Park Güell el escultor Llorenç Matamala, que solía irse a su casa a primera hora de la mañana. Poco después, salía don Anton, que se desplazaba a pie hasta la parroquia, para comulgar: era uno de las doscientas personas que lo hacían cada mañana. Después, se desayunaba en una granja cercana y seguía, también a pie, hasta la Sagrada Família. Algunos días, iba directamente a la obra, sólo o acompañado de Llorenç Matamala, y participaba en una de las primeras eucaristías que se celebraban en la Cripta. Los domingos, iba a misa a la Seo. Con el tiempo, debido a la lluvia, al frío, al reuma, etc., se fue quedando algunas noches a dormir en su obrador de la Sagrada Família, lo que se hizo definitivo en octubre de 1925. Al llegar mosén Forns en 1916, se encontró un templo, una casa parroquial y una capilla del Santísimo llenas de maravillas, todo artísticamente restaurado del incendio de la Setmana Tràgica, la tarde del 27 de julio de 1909, que no había dejado rastro del altar mayor, de los laterales, de las vidrieras, del mobiliario y de las pinturas y que había dañado la estructura. La casa parroquial también había sido destruida , salvándose sólo la capilla del Santísimo, que entonces se estaba construyendo bajo la casa parroquial; y, al día siguiente, a las 7h., un nuevo grupo de incendiarios la había quemado totalmente. El arquitecto de la reconstrucción del templo y la casa parroquial había sido el inseparable ayudante de Gaudí, Francesc Berenguer, vecino de la parroquia y fallecido el 8 de febrero de 1914. Probablemente, muchos detalles de la nave y de la casa parroquial contaban con la influencia del maestro y, en todo caso, con su opinión. La capilla del Santísimo, en cambio, era obra de Gaudí y había sido inaugurada en 1911. Mide 14,80 m. de largo x 7,32 m. de ancho. El techo, con una altura máxima de 5,22 m., está formado por el ábside y cuatro bóvedas bajas, recubiertas de trencadís, que dibujan cruces de Malta y varias inscripciones latinas de gran piedad y profundidad teológica. El altar era de mármol, apoyado sobre dos columnas de capiteles esculturados. Siguiendo las ideas litúrgicas de Gaudí, el sagrario estaba montado al aire, sin tocar la mesa, y cubierto por un conopeo. Rodeaban el altar mayor muchos ángeles, entre los que sobresalían siete columnitas para sostener siete cirios, ya que según Gaudí el Santísimo Sacramento debía alumbrarse sólo con cirios, preferentemente de cera amarilla, y adornarse con flores, si podía ser blancas y mejor que todo azucenas. Los dos confesionarios eran unos trabajos de madera muy notables y profundamente originales. No tenían techo, respondiendo a la idea litúrgica de Gaudí de que el confesionario es un tribunal y, en consecuencia, debe tener forma de dosel. Mosén Antoni Forns era un párroco ejemplar. Destacaba por su afición a construir y restaurar los edificios sagrados, su celo apostólico y su don de consejo. Atendía a sus feligreses en el confesionario y en el despacho parroquial, dedicándose preferentemente a la catequesis, a las visitas a los enfermos en sus casas, asilos y hospitales, y a repartir limosnas a los pobres. No tenía otro oficio que el eclesiástico, no sabía usar las armas y siempre vestía de traje talar y llevaba el cabello tonsurado. No asistía, pues, a los cafés, a los casinos, a cacerías, a los toros y a otros espectáculos. Organizó numerosas peregrinaciones a Roma, a Tierra Santa y a Lourdes y asistió a los Congresos Eucarísticos de Dublín y de Buenos Aires. Y cada año participaba en la procesión del Corpus de la Catedral, como don Antoni Gaudí. Presidía o impulsaba con eficacia las asociaciones parroquiales, como las Filles de Maria, las conferencias de Sant Vicenç de Paül, la Pia Unió del Sagrat Cor de Jesús, la Pia Unió de la Mare de Déu dels Dolors, la Associació de la Mare de Déu del Carme, los Lluïsos de Gràcia, el Centre Moral Instructiu de Gràcia, el Ateneu de Gràcia, la Confraria de la Mare de Déu de Montserrat, la Associació de Santa Llúcia, los Portants del tàlem, la Obra expiatòria de les Ànimes del Purgatori, la Visita domiciliària de la Sagrada Família, la Congregació de Nostre Senyor Crucificat, la Vetlla nocturna de Jesús Sagramentat, los Aimants de Jesús Sagramentat, la Associació de Joves Catequistes, la Pía Unió de Sant Josep de la Muntanya, la Congregació de Maria Immacualda i Santa Teodora, la Congregació de la Mare de Déu de la Providència, la Vetlla Perpètua en sufragi de les Ànimes del Purgatori y la Associació Josefina. Esta última, establecida en 1879, luchaba para construir un altar a san José en la parroquia y contaba con unas 250 asociadas y unos 50 socios, entre ellos don Antoni Gaudí. Mosén Antoni era una persona piadosa. Tenía un confesor fijo y se confesaba siempre que su conciencia lo requería, pero cada quince días lo hacía en la iglesia, para edificación de los fieles. Diariamente hacía oración mental, visitaba el Santísimo Sacramento, rezaba el rosario y practicaba el examen de conciencia. Además, como es lógico, cumplía el oficio divino. Solía celebrar la misa cada día en la parroquia y se preparaba y daba gracias públicamente. Cada mañana a primera hora distribuía la comunión y cada día tenía un horario de confesiones. Y cada día dedicaba un tiempo a los estudios eclesiásticos. Estaba suscrito a “El Correo Catalán”, “La Vanguardia”, “La Hormiga de Oro”, “Reseña Eclesiástica”, “Sal terrae”, “Missatger del Cor de Jesús”, “Catalunya social”, “Exercitatorium” y “Revista Mercedaria”. Sus compañeros le eligieron Presidente del Colegio de Párrocos de Barcelona, el Obispo de Barcelona le confió diversos cargos y la Santa Sede le nombró en 1931 Prelado Doméstico de Su Santidad. Con la sublevación militar del 18 de julio de 1936, se inició la Guerra Civil Española y la persecución contra los católicos más cruel de la historia de Catalunya. Los templos –entre ellos, la Sagrada Família- eran quemados y los sacerdotes y las personas que los refugiaban asesinados. Mosén Antoni Forns, como tanta gente, ya lo presentía desde hacía tiempo y repetía: “Pero a mí, ¿qué me van a hacer? Ya soy viejo y sólo me preocupo de hacer el bien a mis feligreses. Si vienen, aquí me encontrarán, pues no pienso esconderme”. Permaneció en la parroquia. El domingo 19 se desarrollaron los cultos normales y el lunes 20 todavía celebró la eucaristía en la parroquia, al igual que otro sacerdote. A ruegos de los feligreses más adictos, aceptó refugiarse en el chalet del Dr. Bou, situado frente a la casa parroquial. El templo y la casa parroquial fueron incendiados, quedando sólo los muros y la techumbre. El martes 21 por la mañana, un agente de policía visitó la casa para aconsejarle que se refugiara en otro lugar más alejado de la parroquia, pues le constaba que le estaban buscando para asesinarle. Se trasladó a la casa del Dr. Casanovas, en la calle Alzina, n. 3., pero fue reconocido por unos vecinos y sólo pudo estar dos días. Pasó a la Clínica de Lourdes, en la calle Torren de l’Olla, camuflado como enfermero. Pero al refugiarse en el establecimiento también dos religiosas, decidió marcharse a casa de su sobrino Joan Forns, que tenía su vivienda y tienda de mercería en la Gran Via, n. 496. Allí vino a buscarlo su otro sobrino Pelegrí Forns i Torelló para llevárselo a Sant Sadurní d’Anoia, donde podrían encontrar un escondite más seguro, pero mosén Antoni quiso quedarse en Barcelona, con la esperanza de que amainase la persecución religiosa y regresar a su parroquia. Al cabo de dos días, una patrulla de asesinos de sacerdotes católicos irrumpió a las 2 h. de la madrugada en la casa. Mosén Forns les preguntó: “¿A quién buscáis?”. Le dijeron: “Al párroco de Sant Joan”. Contestó: “Soy yo, aquí me tenéis”. Su sobrino tuvo muchos trabajos para que no se lo llevaran también a él y fue inmediatamente a avisar a algunos políticos de izquierda que conocía y que le confirmaron que no se podía hacer ya nada por su tío. Se lo llevaron a l’Arrabassada y lo asesinaron con un tiro en el vientre y otro en el tórax. Su cadáver ingresó en el Hospital Clínic a las 3 h. del día 30 de julio de 1936, con la ficha 4071. Fue reconocido por su sobrino Pelegrí y enterrado por sus familiares en el cementerio de Sant Andreu de Palomar. El 26 de enero de 1942, los restos de mosén Antoni Forns pasaron a otra sepultura, que caducó por falta de pago el 21 de enero de 1987, por lo que finalmente fueron enterrados en el osario general del cementerio de Sant Andreu. Otros tres sacerdotes de la parroquia de Sant Joan de Gràcia perdieron la vida en aquellas circunstancias. El vicario, mosén Pere Henrich i Cuxart, de 33 años, fue detenido al intentar pasar la frontera y asesinado en Clariana el 26 de agosto de 1936. El pasionero, mosén Lluís Illa i Ferrer, fue detenido cuando iba a Manresa en noviembre de 1936 y asesinado. El adscrito mosén Lluís Romañà i Brunet, recién ordenado sacerdote, consiguió pasar a la clandestinidad y desplegó una intensa actividad con los seminaristas, proporcionándoles formación espiritual y académica. A últimos de 1937, fue movilizado por el Ejército de la República. Incorporado más tarde a la XII brigada Internacional, fue una de tantas víctimas desconocidas inmoladas en la sangrienta batalla del Ebro, en Ascó (Ribera d’Ebre), en octubre de 1938.

Josep Maria Tarragona, 25-IX-2011
COMENTARIOS



©2013 antonigaudi.org
Todos los derechos reservados.

Última actualización: 06/05/2016