1882: La 'catedral' de Villaricos

En enero de 1882, la revista “La Ilustración” publicó un artículo sobre la Obrera Mataronense: “Bien puede dársele el título de modelo. (...) Hoy tiene en construccion una fábrica, y un gran barrio de obreros de casas aisladas, un casino de nueva planta donde se establecerán escuelas de niños, enseñanzas tecnológicas, salón de sesiones, biblioteca y café. (...) La Obrera Mataronense honra á España.” La opinión pública barcelonesa venía ocupándose de la construcción de la fachada de la Catedral. La elección entre el proyecto de Joan Martorell y el propuesto por el mecenas que pagaría la obra, Manuel Girona, era un tema candente en la prensa y las tertulias. Inicialmente había tres proyectos, de los arquitectos Font, Mestres y Martorell. El Cabildo pidió ayuda a tres profesores de la Escuela de Arquitectura, Rogent, Torras y Artigas, que intentaron crear un proyecto único. Finalmente, los dos primeros se fusionaron en uno sólo, que apoyaban Manuel Girona y el Capítulo y quedo enfrentado al de Martorell. Ambos proyectos fueron expuestos el 6 de marzo de 1882 en los claustros de la Catedral. Gaudí tomó parte activa en la campaña a favor del de su maestro Joan Martorell y fue uno de los 28 arquitectos –de los 50 que entonces había en Barcelona- que firmaron el 13 de marzo de 1882 un escrito apoyando a Martorell. Además, durante los tres días de exposición, tomó notas del dibujo y, siendo un hábil copista dotado de prodigiosa memoria para las formas, lo rehízo luego en su estudio con una exactitud increíble, para publicarlo después en los periódicos. Al final, defendiendo el rechazado proyecto de Martorell quedaron Domènech i Montaner y Gaudí –los tres primeros arquitectos propiamente modernistas-, Eusebi Güell y “La Renaixença”. El mismo 13 de marzo de 1882, el padre A. de Saint Alode, superior general de la Congregación Celestina de la Orden de San Benito, escribió a Gaudí encargándole a toda prisa un proyecto de iglesia dedicada al Espíritu Santo, para levantarla junto a un monasterio en Villaricos, municipio de Cuevas de Vera en la provincia andaluza de Almería. Gaudí se alegró mucho; podía por fin hacer una gran iglesia. Le dieron dos meses de plazo y Gaudí pidió cuatro. Se puso manos a la obra y cumplió lo prometido. En cuatro meses, bajo la supervisión de Joan Martorell, dibujo lo que denominaba “la catedral de Villaricos”. Tenía un aspecto muy semejante al templo de las Salesas, en la parte que da al paseo de Sant Joan. Gaudí, a pesar de su juventud, ya era considerado por la sociedad intelectual catalana como uno de ellos. Llegada la primavera, en mayo de 1882, participó en la reunión de poetas catalanes, valencianos y mallorquines, entre ellos mosén Jacint Verdaguer y Àngel Guimerà, que tuvo lugar en Poblet para homenajear y reivindicar la común lengua catalana. El 17 de mayo de 1882 se congregaron en Tarragona. Al día siguiente visitaron la Catedral y oyeron misa. Después, cogieron el tren hasta l’Espluga de Francolí, donde almorzaron. Por la tarde, los poetas y literatos, acompañados de algunos artistas de otros ramos, visitaron las gigantescas ruinas de Santa María de Poblet. Tuvieron una grata sorpresa después de cenar. Gaudí, parco en palabras y sumamente activo cuando se presentaba la ocasión, se había procurado una cantidad suficiente de antorchas y de fuegos de Bengala. Con este material, organizó una excursión nocturna entre las ruinas del gran edificio medieval, símbolo de las pasadas glorias. Ayudado del pintor valenciano Josep Brel y del pintor catalán Dionís Baixeras, durante cuatro horas consiguieron efectos mágicos y encantadores. La fantasía desbocada de Gaudí creaba luces y colores cambiantes entre la negror de las ruinas y los rayos plateados de la luna plena. Los expedicionarios, fascinados, eran guiados a la luz de las antorchas por las distintas dependencias del monasterio. La noche acabó con el canto de la Salve en las ruinas del presbiterio, entonada por mosén Jacint Verdaguer. La excursión continuó el día siguiente por el monasterio de Santes Creus y retornó el 21 de mayo a Tarragona, donde visitaron el Museo Arqueológico y otros monumentos romanos. El 18 de mayo de 1882, se iniciaban en Barcelona las obras de un nuevo templo, las Salesas, bajo la dirección y con sujeción a los planos de Joan Martorell, de quien Gaudí era ayudante. El edificio se separa del gótico propio de Catalunya y de la Corona de Aragón, de formas puras y severas, como las de Pedrables o Santa Maria del Mar, y que habían adoptado los primeros edificios románticos del siglo XIX. Ya no es neo-románico o neo-gótico, sino del nuevo estilo propugnado por Domènech i Montaner, con un derroche de ingenio y habilidad de dibujo en todas las partes y detalles. Las obras se prolongarían durante tres años. Por aquella época, las religiosas de Jesús-María, muy satisfechas del altar y el mobiliario litúrgico que Gaudí les había hecho para su colegio de Sant Andreu y finalmente instalados en el nuevo de Sant Gervasi, le hicieron otro encargo similar. Querían para la iglesia del colegio de Tarragona, donde residía interna su sobrina Roseta, el altar mayor y los sitiales, que no habían estado listos a tiempo para la inauguración del templo, en diciembre de 1879. Era frecuente ver a Anton Gaudí pasear junto a la superiora por el jardín del colegio. Fruto de estas conversaciones, se fue reordenando el jardín de acuerdo con las indicaciones del arquitecto; y quizá también el alma de Gaudí de acuerdo con las indicaciones de la religiosa. El frontal del altar está formado por tres espacios cuadrados enmarcados por cuatro columnas muy parecidas a las de sus proyectos estudiantiles, como las de la Fuente Monumental o el Paraninfo. Los capiteles y otros elementos decorativos de formas vegetales están valientemente policromados. En los tres intercolumnios se insertan figuras de ángeles con un fondo de estrellas doradas sobre azul intenso. Estas estrellas juegan con las de la bóveda del presbiterio; una solución muy gótica, como la de la basílica de Asís o la Sainte Chapelle de París. Sobre la mesa del altar había una predela con el sagrario, rematado con un crucifijo y sobre una peana torneada. Por unas escalerillas se accede al espectacular ostensorio, situado detrás y encima. El manifestador es de madera dorada y grandes proporciones, cerrado por dos puertas muy esculpidas. Encima se alza una cúpula parabólica, con tres coronas superpuestas y una cruz griega. Más arriba, una paloma simboliza al Espíritu Santo. Alrededor del manifestador, una estructura elegantísima aguanta los símbolos de los Tetramorfos y dos ángeles genuflexos. El interior es dorado y bruñido, de manera que, con las puertas abiertas, constituye por sí mismo el fondo luminoso de la Sagrada Forma, expuesta en una obra de arte que es el centro de la capilla y ella misma muy bella y profundamente devota. Los sitiales son parecidos a los de Sant Andreu y a los muebles del palacio de Comillas y de la farmacia Gibert. En 1882, Gaudí dibujó para Eusebi Güell un proyecto: un pabellón de caza para su finca del Garraf. Se parece, por las soluciones constructivas, a la futura casa Vicens y a algunas obras de sus compañeros Camil Oliveras y Cristòfor Cascante; los tres ayudantes de Joan Martorell, quien estaba ensayando dichas novedades arquitectónicas en las Salesas, siguiendo las ideas de Domènech i Montaner. El pabellón no llegó a construirse nunca. El 22 de septiembre de 1882, los jesuitas, que habían regresado a Barcelona en 1877, encargaron a Joan Martorell el proyecto de su iglesia de la calle de Casp, de estilo neobizantino. Gaudí lo delineó, hasta principios de 1883. Por problemas urbanísticos, no pudo llevarse a cabo.

Josep Maria Tarragona, 21-XI-2008
COMENTARIOS



©2013 antonigaudi.org
Todos los derechos reservados.

Última actualización: 06/05/2016